No debemos esperar que nuestros hijos nos expliquen que estén estresados, porque probablemente ni ellos mismos sepan qué les pasa. Por este motivo, debemos estar alertos ante la presencia de algunos de los siguientes síntomas del estrés:
- Agotamiento y cansancio crónico con sensación de malestar
- Excesiva auto-crítica
- Sensación de persecución
- Cinismo, irritabilidad y negatividad
- Brotes de furia por motivos aparentamente triviales
- Enfado cuanto les exigimos algo
- Insomnia
- Dificultad respiratoria
- Sensación de inútil
- Tendencia a correr mayores riesgos
- Suspicacia
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